En primer lugar debemos destacar "la marcha atrás" aunque desde que se tiene constancia de las consecuencias del acto sexual se ha llevado a la práctica. Mucho más innovador resulta el remedio que los médicos romanos prescribían a sus pacientes, introducirse una bola de lana empapada de vino u otra sustancia gomosa por la vagina, para taponar la entrada del cuello del útero. Otro método menos científico consistía en saltar siete pasos hacia atrás o hacer girar la rueda de un molino cuatro veces. Sin duda, los sistemas físicos eran los que obtenían mejores resultados.
A causa de la baja natalidad que se había registrado en la capital del Tíber, debido a la utilización de estos primitivos anticonceptivos, el emperador Augusto (63 a.C.-14) se vió obligado a prohibir su utilización, sin embargo, esta medida se incumplió de forma sistemática.
Dibujo representado el sexo en la Antigua Roma
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